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viernes, 8 de septiembre de 2017

homenaje a mi pueblo



Yo nací en Moranchel ( Guadalajara) , mi padre nació en Moranchel , mi abuela paterna nació en Moranchel ,mi abuelo paterno nació en Val de San García ( Guadalajara) y mi madre nació en El Bosque (Cádiz) y mis abuelos maternos en Grazalema y mis bisabuelos maternos también en Grazalema y esta mañana he leído este artículo y me ha encantado y... aquí lo comparto :

Homenaje a mi pueblo, Grazalema

Me encanta releer textos escritos hace años, pues siempre aprendemos algo de ellos desde la distancia del tiempo. Los hay que nos demuestran lo equivocados que estábamos, los que nos enseñan nuestra evolución como personas y aquellos que, reescribiendo tras sus pasos, nos hacen ver como hemos crecido y mejorado, literariamente hablando.  Y luego están estos otros, que son los que más me gustan, los que nos hacen sonreír y sentirnos orgullosos de nosotros mismos al ver que el tiempo no ha sido capaz de robarnos nuestros valores, y los valores, lectores míos, son el tesoro más importante que tenemos en nuestra vida, algo que no siempre es fácil mantenerlo.
Hoy he querido rescatar este escrito de hace algunos años en el que hacía un análisis de mi “orgullo de pueblo”, por llamarlo de alguna forma, y de las palabras que, desgraciadamente, las personas de pueblo tenemos que oír de los de ciudad que todavía hoy siguen teniendo una idea totalmente errónea de los que somos de pueblo. Hoy, sigo alabando, y aún más, el potencial de la gente de pueblo y sus valores, unos valores que la sociedad está perdiendo pero que, afortunadamente, sobreviven en algunos rinconcitos que, a los que tenemos la suerte de tenerlos como segunda casa, nos ayudan a ser más humanos cada vez que vamos y a rescatar esa humanidad perdida que sobrevive a destiempo entre tejados y casitas blancas. Hoy va por todos esos pueblos de España y por sus gentes, que tiene tanto, tanto que enseñarnos…
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Y, pese a todo, pese a conocer lo que falta en un pueblo, pese a saber que la preparación no es la misma y que la vida fuera de tu pueblo es una jauría de lobos contra la que no te han enseñado a luchar, porque allí no la necesitas, si volviese a nacer y me diesen a elegir si pasar mi infancia donde la pasé o en la gran ciudad en la que ahora vivo…no me lo pensaría, Grazalema sería sin duda mi opción primera.
Porque en mi pueblo no habrá grandes superficies comerciales pero está “ancá Antonia”, donde no te ponen pegas si vas sin dinero y puedes charlar mientras esperas la cola. Porque en mi pueblo no hay trenes, pero sí vías de árboles que te dan ese frescor y ese aire puro que sólo descubre el que se va y, cuando vuelve, respira hondo y descubre de nuevo el frescor en sus pulmones. Porque no tenemos aeropuertos pero tenemos aves rapaces que surcan el cielo como majestuosas dueñas del aire. Porque en mi pueblo no hay autobuses urbanos pero hay calles empedradas que llevan a todas partes mientras subes cuestas que te evitan ir al gimnasio (eso si tenemos…o algo parecido a un gimnasio). Las carreteras que llevan a mi pueblo no son autopistas, pero son verdes, y, a veces, los ciervos aparecen en ellas, o encuentras los ojos redondos de un búho sorprendiéndote sobre una señal de tráfico. No tenemos universidad pero sabemos la forma en que cambia el tiempo, cuando va a llover, los siglos que tiene un pinsapo, como cuidar a un jilguero que se ha caído del nido o el momento en que florece un jazmín. No tenemos escuela de idiomas pero conocemos el idioma del viento, de los pájaros, de las plantas, de la noche y hasta del silencio. En mi pueblo no hay cine, pero vemos en directo los mejores documentales de la historia. No tenemos museos, pero tenemos uno de los Parques Naturales más importantes de España, y no tenemos teatros, pero no nos faltan rincones escondidos que visitar, o descubrir, mientras vas caminando sin más. Y, debo confesar, que también nos metemos de vez en cuando con los listillos de ciudad cuando vienen a visitarnos y se pierden en el campo, se marean en las carreteras, no saben encender una chimenea, o dan el nombre equivocado a alguna planta. ¿También tenemos derecho no? Pero lo hacemos…desde el cariño.
Y es que….yo no soy de ciudad (aunque nací en una, me enamoré de otra y aprendí a querer a otra más) pero no me importan las risitas (cariñosas o no) al hablar de la “gente de pueblo”, porque no cambiaría mi infancia en mi pueblo, ni cada una de las veces que vuelvo, ni por la ciudad más desarrollada del mundo. Porque sigo completamente enamorada de mi pueblo y, hay amores, que nunca se olvidan…

Escrito por 

Lidia Villalobos

Licenciada en Periodismo, Máster en Gestión del Patrimonio Literario y Lingüístico Español. Postgrado en Publicidad, Marketing y Social Media. Actualmente trabajo como periodista en el Departamento de Comunicación del Hospital Vithas Xanit Internacional. Amante de los animales, de la lectura, del carnaval gaditano y de todos los detalles que hacen grandes los momentos.

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