Más de 10 personas se suicidan en España cada día. Más del triple de víctimas que por accidente de tráfico. Una realidad que está ahí, pero que hemos convertido en tema tabú del que apenas se habla, empezando por los medios de comunicación. Para hablarlo, para acompañar a quienes han perdido a un ser querido por suicidio y han de sumar al enorme dolor el peso de la culpabilidad o la vergüenza, nace el proyecto ‘Luto en Colores’, puesto en marcha por la periodista Silvia Melero,
colaboradora de ‘El Asombrario’. Pensando en estos días de recordar a
nuestros muertos, Silvia nos dio una entrevista. Con una enorme dosis de valentía y sinceridad, nos habló de lo que tan pocos quieren hablar. Hemos dejado sólo la fuerza de sus palabras.
“El proyecto Luto en Colores nace de una vivencia personal,
hace dos años y medio, cuando perdí a mi hermana; ella luchó durante
muchísimo tiempo, por un problema de salud mental, pero llegó un momento
en que no pudo más; y eso no significa, y me gusta mucho contarlo y
subrayarlo, que quien toma la decisión de irse y descansar no haya
luchado. Se cayó mil veces y se volvió a levantar otras mil, pero
debemos entender que también la gente tiene derecho a rendirse en un
momento determinado y decidir parar. Mi hermana me dijo: “Nadie tiene la
culpa de lo que me pasa”, y un día decidió parar tomándose pastillas.
Tenia 36 años, y se suicidó”.
“No, no lo había intentado antes. Mucha gente cree que quien tiene
intentos o ideas suicidas es por llamar la atención. No es así. La
mayoría de las personas sienten un deseo real de morir por su
desasosiego vital y su sufrimiento. La decisión de mi hermana fue muy
consciente. El fin era la muerte, no dar ningún aviso. Sufrió mucho,
tenía su tratamiento, pero sufrió mucho. De hecho, ella y yo habíamos
hablado mucho sobre su proceso vital, era psicóloga infantil. Habíamos
hablado mucho de su enfermedad mental, y me había enseñado a entender la
complejidad del cerebro humano. No sé, tú nunca piensas que eso va a
pasar, porque quienes estamos cerca de una persona que está sufriendo y
está luchando, nos ponemos siempre en una situación de salvadores, y
pensamos que, a pesar de que esa persona atraviese agujeros negros,
estados depresivos muy profundos, en los que no ve esperanza, siempre
piensas que puedes sacarla de ahí. Pero para mí también ha sido
importante saber que tenemos un límite, un límite del que no podemos
pasar”.
“Siempre que sucede algo así, esto nos cae en el entorno con el peso
de la culpa. Para la familia es muy doloroso; siempre la muerte de una
hija o de una hermana es dolorosa, y más si sucede de esta manera; pues
al dolor habitual se le suma una carga tremenda de cierta culpabilidad.
Ese es el peor sentimiento que cae sobre las personas que nos quedamos,
el sentimiento de “pude hacer más”, que te cae como una losa aplastante
en tu vida. Es como que todo tiende a considerar que “el suicidio es un
fracaso social”, y eso a mí me parece que es como estar señalando a
todas las personas del entorno de quien se ha ido, es como decir que tú
has sido un fracaso de hermana y tus padres un fracaso de padres, y los
amigos y amigas un fracaso de amigos y amigas, y los profesionales que
le ayudaron también. Yo me opongo mucho a esa lectura, creo que es
simplista; lo primero, porque no acepta que una persona tiene derecho a
decidir sobre su propia vida, por muy dura que resulte esa decisión; y
eso no significa que yo la tenga que compartir, simplemente que tengo
que entender que cada persona tiene una trayectoria diferente, y cuando
alguien lo decide lo decide con sus circunstancias propias y únicas, que
no son las de los demás. Viene también una extraña paz, y no quiero que
se me malinterprete, cuando sabes que esa persona a la que quieres
tanto ya está descansando de tanto sufrimiento. Cuando alguien está
sufriendo tanto, resulta un poco egoísta obligarle a vivir desde tus
circunstancias, no las de esa persona. Eso sí es egoísta: No quiero
vivir la pérdida, así que yo, desde mis circunstancias, te obligo a que
tú sigas viviendo. Con las dolencias físicas, visibles, la gente lo
entiende mejor porque percibe el sufrimiento, pero con las dolencias
invisibles, las mentales, lo psicológico, como no se ve, no sucede lo
mismo, cuesta más asumirlo”.
“Mi hermana nos dejó una carta de despedida y eso ayuda mucho. Dejó
una carta de amor a la familia y explicando que ya no podía más, que
quería dejar de sufrir. Para mí eso resulta muy sanador, porque sí es
verdad que cierras algo ahí… He reflexionado tanto a lo largo de estos
dos años y medio… Al final, te das cuenta de que es un concepto social,
cultural y educativo. Debemos entender que la muerte es una compañera de
la vida, de nuestro viaje, debemos aceptarlo como algo natural. No como
un tema tabú. Eutanasia y suicidio son lo mismo, caras del mismo
debate, que nos cuesta mucho afrontar; lo hemos convertido en un tabú
permanente. Como las enfermedades mentales. No lo hablamos. Y yo creo
que ese tabú de no hablar del suicidio viene de mucho peso de la
religión, de que para la Iglesia católica es un pecado, porque considera
que tú no puedes decidir sobre tu propia vida porque tu vida pertenece a
otro Ser. Y así lo vivimos desde la vergüenza, ocultándolo, porque
avergüenza a los familiares. Ese tabú llevado a los medios de
comunicación no ayuda en nada. Dicen que el motivo es para que no se
genere contagio de conductas. Me parece un argumento absolutamente
absurdo; según eso, tampoco hablaríamos de la violencia de género; y yo
creo que es todo lo contrario, que si no hubiéramos hablado de la
violencia de género desde hace años, no estaríamos ahora tan
sensibilizados con esa cuestión. Tapando no ayudamos a nada y encima
agudizamos el sentimiento de las personas que han perdido a un ser
querido. No se cuenta, no se habla. Al dolor le sumas tener que mentir,
tapar, avergonzarte de ello, es una carga más al duelo. No poniendo luz,
le ponemos más oscuridad”.
“Precisamente para luchar contra eso nace Luto en Colores. Con
este proyecto yo quiero dignificar a mi hermana y a gente como mi
hermana, no victimizarlos. Ni esconderme yo ni esconderla a ella. Me di
cuenta de lo importante que es que otras gentes se vean reflejadas,
identificadas, que vean que esto le ha sucedido a más gente, y puedan
compartirlo, hablarlo. Por supuesto que hay muchas cosas que se pueden
hacer de prevención, para eso ya existen asociaciones y colectivos que
se dedican a la prevención del suicidio, aunque es sano que aceptemos
que no tenemos el control de todo, que la muerte existe y la enfermedad
existe, y suicidios van a seguir existiendo. Es algo que está entre
nosotros y lo abordamos. Luto en Colores no nace para prevenir
el suicidio, sino para, una vez que ha sucedido, ayudar al entorno; no
es una negación del dolor y del negro, no, sino aceptar que junto al
dolor y al negro, pueden existir más perspectivas y más colores. La idea
es que sea un libro, un documental y un taller para sanar la culpa, al
que vamos dando forma poquito a poquito, porque creo que es el
sentimiento que más estanca a los familiares, como algo muy corrosivo.
Ahora está dentro de la asociación Cómo lo Cuento,
que aborda otras temáticas, pero en la que siempre el hilo común es
cómo contarlo, desde otra mirada. La muerte de mi hermana hizo que me
naciera Luto en Colores. Y Luto en Colores hizo que naciera la Asociación Cómo lo Cuento (con familiares y amigos). Y a Cómo lo Cuento le
fueron naciendo otros proyectos que tienen en común el contar. Porque
la comunicación es una herramienta extraordinaria para la transformación
social. Y para la transformación personal”.
“Nació con familiares y amigos de mi hermana, de su entorno, con mis
padres, que me han dicho que hablarlo les ha ayudado a desbloquearse y,
de alguna manera, a entender la decisión de mi hermana. Les intenté
transmitir cómo yo había aceptado la decisión de mi hermana, y hablar
tanto sobre eso les ayudó. Lógicamente estamos en lugares distintos de
la vivencia, pero nos hemos acompañado. Acompañarse, ese es el objetivo
de este proyecto. Y aprender a mirar de otra manera. Porque no debemos
reducir toda la vida de una persona a ese último momento de parar, sino
que debemos ver que era mucho más, que son gente que hizo muchas más
cosas. Para mí el proyecto ya tiene sentido si alguien viene y te dice
que le ha ayudado a entender la decisión de parar de esa persona
querida. Porque también hay gente que guarda rencor, por ejemplo, a su
padre, porque se marchó y les dejó solos. Y si guardas rencor a esa
persona, es que no has podido entender todo el dolor que debía de sentir
para, a pesar de todo, decidir marcharse. No tiene ningún sentido
juzgar la decisión del otro desde tu vida y tus circunstancias. Tus
circunstancias no son las de la otra persona. Algunos lo ven como un
acto extremo de egoísmo. Yo creo que es todo lo contrario, que también
hay amor hacia las personas que dejan aquí; creo que se liberan de su
dolor y, de alguna manera, a su entender, quieren liberar a su entorno
de hacerles sufrir tanto, liberarles de esa angustia. Mi hermana amaba
la vida, la amaba profundamente, pero quería vivirla de otra manera, con
salud, con plenas capacidades; tenía derecho a ponerle punto final
cuando quisiera. Debemos entender, además, que hay muchos tipos de
suicidio, como el motivado por causas sociales, agravadas últimamente
por temas como los desahucios, de gente que no sabe cómo seguir
luchando; y el suicidio lento, el de gente que, por ejemplo, no quiere
luchar contra el cáncer siguiendo durísimos tratamientos. O el de quien
no quiere cuidarse, y sigue fumando y tomando drogas hasta el final”.
“En torno al suicidio surgen emociones muy complejas, desde la
culpabilidad a la rabia y el rencor, que no podemos no hablarlas, mirar
para otro lado como si esto no existiera entre nosotros; son emociones
que también cada uno debe trabajar. Y hay técnicas, herramientas, que te
ayudan; a mí la meditación me ha servido mucho para calmar la mente,
para conectar con tus emociones, para poder abordarlas, porque aquí hay
que mirar mucho hacia dentro. Me parece fundamental trabajar la mente,
porque todo está ahí, y a veces la mente se nos empieza a llenar y
llenar de basura, de pensamientos recurrentes, de la culpa que te
tortura y te impide ver otras cosas. Claro que yo lloro, pero también a
veces río con recuerdos de mi hermana que me hacen disfrutar, a mi
hermana le encantaba bailar, no puedes reducir a una persona a esos
últimos momentos. Es un trabajo de limpiar la mente y controlar las
emociones. La educación emocional debía impartirse desde las edades más
tempranas. El trabajo de las emociones y de conocernos a nosotros mismos
es primordial. Y creo que ayuda mucho a abordar situaciones extremas,
dolorosas, frustrantes. Reconocer tus emociones, identificarlas, y
también saber expresarlas. Cuando empiezas a poner en palabras los
sentimientos, también sanas mucho a nivel interno. En la sociedad de la
hipercomunicación, mantenemos unos niveles de comunicación muy
superficiales, nos bloqueamos enseguida, y es liberador aprender a
hacerlo. También hay libros que ayudan, como La mirada del maestro, de Juan Manzanera. Dice, por ejemplo, que “enfrentar la verdad de la muerte nos lleva a estar más presentes en la vida”.
“El punto de partida de Luto en Colores es que ya ha pasado.
Cuando ya no puedes hacer nada, porque ya ha sucedido, porque la
realidad está ahí, se trata de plantearnos: ¿y ahora qué vas a hacer con
esto, con esta vivencia que la vida te ha puesto delante, qué vas a
hacer con esto que no es una hipótesis ni un mal pensamiento, sino que
ha sucedido ya, que lo tienes delante, que está aquí y ahora? El punto
de partida es no darle vueltas a por qué ha ocurrido, por qué me ha
pasado; desde la victimización no puedes avanzar. Se necesita un camino
de avanzar y aprender. El escritor Alejandro Gándara dice que “los muertos nos dejan un hueco y yo creo que nos dejan un mapa también”.
Es lo que yo pienso; mi hermana me ha dejado un camino lleno de
vivencias. Y debemos hablarlo y acompañarnos para entenderlo y
aceptarlo, no desde la resignación, sino desde la vida. Hay que desligar
la forma de muerte de la persona. El suicidio absorbe todo, todo el ser
de la persona que se ha ido. Hay que separarlo, rescatar a ese ser
querido desde la vida y no desde la muerte, no podemos quedarnos sólo en
la manera que eligió para irse. No hay que perder todo lo que era
además de esa decisión final. Hay que abrirse y dejar que entren otras
cosas. Ese dolor no es incompatible con momentos de alegría”.
“Claro que a mí me ha hecho cambiar. Me ha hecho reflexionar mucho
sobre el tema de la muerte, una experiencia muy brutal para entenderlo
orgánicamente; me ha enseñado a intentar construir cosas en el hoy, en
el día a día, sin vivir tan encadenada al pasado ni al miedo. Me ha
enseñado a vivir el presente y vocalizar mejor el presente para vivir
cosas bonitas. Seguir honrando el presente y mi vida es la mejor manera
de honrarla a ella. También me parece muy importante adueñarnos del
momento de la despedida, y no aceptar sin más rituales católicos
impuestos, que a mí, por ejemplo, no me tranquilizan nada. Es importante
decidir sobre nuestra despedida. En este país la Iglesia católica se
adueña de la muerte, y no puede ser. Hay que defender la manera de
despedirse. Nuestra sociedad está hiperpreparada para acompañar en el
nacimiento, lo sabemos todo sobre el parto, cómo ayudar a nacer… Pero no
nos hemos preparado nada para la muerte y para acompañar a morir a
quienes se van. Es una tarea pendiente.. Octavio Paz decía: “Nuestro
culto (en México) a la muerte es culto a la vida”. Creo que eso es
importante, que hay que entender que son dos caras de lo mismo, de
nuestra existencia. Como dice Galeano: “La muerte nunca mata del
todo”. Hay también una canción maravillosa de Lila Downs con Martirio,
es una canción popular mexicana. A mí me dice mucho esta parte: “No me
llores no, porque si lloras yo peno, en cambio si tú me cantas, yo
siempre vivo y nunca muero”. Yo lloro, claro, pero me parece importante
no estancarse en eso, permitirse ofrecerles un canto o un baile,
guiñarles el ojo a quienes se han ido y dedicarles una sonrisa todas las
veces que podamos”.
“Basta con observar la Naturaleza para entender cómo la muerte forma
parte del ciclo de la vida. Es una etapa más, un tránsito, todo es
circular. Las hojas caen del árbol para abonar la tierra de la que
nacerán otros árboles. Del dolor por la pérdida, del duelo, pueden nacer
muchas cosas bellas si te permites convertirlo en una experiencia
transformadora. He aprendido que es verdad que hasta en la muerte hay
belleza. ¿Es raro, no? Hay belleza cuando ves cómo se mueve toda una
red, un mar de gente para arroparte, para abrazarte. Hay belleza cuando
reímos recordando anécdotas de ella, cuando bailo con su música o me
pongo sus pendientes, cuando me como el chocolate al que era adicta,
cuando veo en cada instante, en cada momento, en cada árbol, en cada
gota de lluvia el regalo de esta vida que ella me ha hecho amar más
todavía. Mi hermana me ha hecho ser mejor. Me ha dejado tantos regalos
para abrirme caminos, tanta gente hermosa que entró en mi vida, que
sería una desagradecida si no fuera capaz de honrarla con mi sonrisa. Y
esto no significa que no llore de vez en cuando, que no la eche de
menos. Significa que me he quedado con lo mejor de ella, sin permitir
que la oscuridad de su forma de muerte lo empañe todo”.
“Y una última idea, para las personas que han perdido a un ser
querido por suicidio: Sé que hay un camino difícil si estás iniciándolo
ahora. Sé que sentirás que te van a juzgar, rechazar, que hay una
especie de maldición en tu familia porque piensas que sólo te pasa esto a
ti, imagino que tienes miedo a que la gente te tenga lástima siempre,
temes que les dé malrollo acercarse, que serás siempre la persona a la
que “se le suicidó un padre, una madre, un hermano, una hija”. Escribo
esto para decirte que no. No eres un caso aislado, esto le pasa a mucha
gente, no es una deshonra ni una vergüenza. Es lo que es. Todo lo demás
lo añadimos nosotros. Son las complicaciones de la mente. Desde el
corazón todo es más fácil, más sencillo. Luto en Colores es
aceptar para transformar. Es comprender la decisión de otra persona. Es
permitirse vivir el negro del dolor y del duelo junto a otros tonos que
te enganchan a la vida. Dejo aquí el enlace
con ese primer texto que ya ha ido sanando un poquito algunos
corazones. Gente que me ha dicho que les ha ayudado a “entender” un poco
más lo que pasó. Y lo que pasó camina junto a todo lo demás, que es la
vida: la fuerza que tira de ti cada día”.
Fuente :http://elasombrario.com/luto-en-colores-para-que-el-suicidio-no-sea-un-tema-tabu/
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