“Si junto a tu biblioteca tienes un jardín, ya no te faltará de nada” (Cicerón).
“Los jardines”, escribe Santiago Beruete, “están asociados en la
mente de las personas a vivencias como la calma, el silencio, la
serenidad y otros ingredientes imprescindibles en la receta del
bienestar y del bienser. (…) El contacto con la naturaleza
produce un efecto benéfico, apaciguador y regenerador. (…) Los entornos
verdes ayudan a restaurar el equilibrio interior, alivian nuestros
maltrechos corazones y mitigan la tensión, la ansiedad y las
preocupaciones que emponzoñan nuestra vida diaria”.
Y concluye en las páginas finales de su libro: “Contrariamente a la
cultura del dinero presidida por la velocidad y la idea tóxica de que el
tiempo es oro, la jardinería promueve la paciencia, es decir, enseña a
soportar la espera. Una de las más importantes lecciones que se pueden
aprender del jardín es precisamente esta: hay que sembrar para cosechar;
germinar para florecer; esperar para retoñar”. Y remata ya al final de
este ensayo de más de 400 páginas: “Cultivar un trozo de tierra tal vez
sea una de las pocas formas de defenderse contra la mercantilización de
todas nuestras actividades. Huertos y jardines construyen espacios de
resistencia en una sociedad desaforadamente consumista como la nuestra,
porque su razón de ser escapa por ahora a la lógica de la maximización
de beneficios y al dominio de la multitarea, la velocidad y la
inmediatez de las tecnologías digitales. En ellos, los valores
dominantes no son la productividad, la eficiencia y el éxito material
sino el cuidado, la contemplación meditativa y el gozo sensorial de la
belleza”.
Por supuesto, frente a una sociedad de aceleración impuesta, el jardín
es una oportunidad de entrar en nosotros mismos, de romper con la lógica
de la disponibilidad las 24 horas, de las prisas, del mayor
rendimiento, del obsesivo incremento de la productividad. Un jardín es
una lección de humildad, nos enseña otros ritmos, otros tiempos. Por eso
digo que es un genuino acto de rebelión.
Terminamos con un proverbio persa: “Quien construye un jardín se
convierte en un aliado de la luz, ningún jardín ha surgido jamás de las
tinieblas”.
PEOR ES NADA. PEOR ES NADA. PEOR ES NADA. PEOR ES NADA . PEOR ES NADA. PEOR ES NADA.
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