PEOR ES NADA. PEOR ES NADA. PEOR ES NADA. PEOR ES NADA . PEOR ES NADA. PEOR ES NADA.

martes, 5 de diciembre de 2017

detengo el sol

Querer morir
A veces
quiero morirme
para acabar con todo
de una vez,
no volver a hacer mi cama nunca,
no contestar otra carta nunca
ni regar las plantas,
ningún esfuerzo
de esos que hay que hacer
todos los días
para seguir viva.

Pero después
no me quiero morir.
las hojas cambian
y tengo que ver
el rojo y el dorado
una vez más,
una sola hoja amarilla
cayendo
bajo el sol
por última vez.




El trabajo de la felicidad
Pensé en la felicidad, en cómo se teje a diario
con el silencio de la casa vacía
y en que no es súbita ni gratuita
sino una creación, como el crecimiento de un árbol.
Nadie lo ve, pero detrás de la corteza
crece otro círculo en anillos que se expanden.
Nadie oyó a la raíz cavar más hondo en lo oscuro,
pero por ese trabajo hacia adentro el árbol se eleva
y sus penachos brillan, y sus hojas destellan.

Así, la felicidad se teje con la paz de las horas
y hunde sus raíces en lo profundo de la casa sola:
en el rincón, el busto antiguo; los frescos pisos encerados,
blancas cortinas que ondulan suave y continuamente
cuando libre se mueve el viento silencioso por el cuarto;
una biblioteca, una mesa y la pared blanqueada—
esos son los dioses de la casa, queridos y familiares,
aquí el trabajo de la fe puede hacerse mejor
y el árbol que crece es musical y verde.

Porque ¿qué es la felicidad sino crecer en paz,
el sentido atemporal del tiempo cuando los muebles
pasaron toda una vida en el mismo lugar
y los viejos sueños, así como el viento al moverse, agitan
las hojas de la felicidad presente?
Nadie ha oído una mente ni escuchado un pensamiento
pero donde alguien vivió en introspección
el aire queda cargado de bendiciones, y bendice;
las ventanas miran a las montañas y las paredes son amables.






No dejes venir ningún viento

Encontraste palabras para esto y lo llamaste amor:
pero cuando tu mejilla estaba contra la mía como una
hoja con otra, no era amor;
Y cuando cedí a vos, no fue
por amor. Desde lo más profundo de la mente
llegó, tan suave como un árbol que florece,
una luz como pétalos cayendo en lo ciego
Vi la vida crecer en mí y plegarse.
Y ahora tengo un cuerpo que nadie tuvo,
y ahora tengo un corazón que antes tuvo
solamente el ala de una polilla en el hueso,
solamente el corazón de una polilla que latía en el centro.
No es menos que el amor que vi abrirse como una
flor en tu beso, no es menos.


(Traducción de todos los poemas: Diana Bellessi)

SONETOS DE OTOÑO

   

Si puedo dejarte ir como los árboles dejan ir
sus hojas, tan naturalmente, una por una;
si puedo llegar a saber lo que ellos saben,
que la caída es alivio, es consumación,
entonces el miedo al tiempo y a la fruta incierta
no perturbaría los grandes cielos lúcidos,
este otoño extrañísimo, dulce y severo.
Si puedo soportar lo oscuro con los ojos abiertos
y llamarlo estacional, no áspero o extraño
(porque también el amor necesita un tiempo de descanso),
y como un árbol estarme quieta ante los cambios,
perder lo que se pierda para guardar lo que se pueda,
la extraña raíz todavía viva bajo la nieve,
el amor resistirá -si puedo dejarte ir.







AHORA ME CONVIERTO EN MÍ

Ahora me convierto en mí. Está 
llevando tiempo, muchos años y lugares;
Me disolvieron y agitaron,
Usé la cara de otra gente,
Corrí como loca, como si el Tiempo estuviera ahí,
Tremendamente viejo, gritando su advertencia,
"Apurate, o te vas a morir  antes de-"
(¿Qué? ¿Antes de alcanzar la mañana?
¿Antes de que esté claro el final del poema?
¿O de amar a resguardo entre los muros de la ciudad?)
Ahora a quedarme quieta, estar ahí,
¡Sentir mi propio peso y densidad!
La sombra negra en el papel
Es mi mano; la sombra de una palabra
Mientras el pensamiento da forma a quien la forma
Cae pesadamente sobre la página, se deja oír.
Ahora todo se funde, ocupa su lugar
Del deseo a la acción, de la palabra al silencio,
Mi trabajo, mi amor, mi cara, mi tiempo
Reunidos en el gesto intenso
De crecer como una planta.
Despacio como fruta que madura
Fértil, se separa y siempre se agota
Y cae pero no agota a la raíz,
Así es el poema, puede dar,
Crece en mí para volverse el canto,
Hecho para y por el amor.
Ahora hay tiempo y Tiempo es joven.
Oh, en esta sola hora vivo
Toda yo y no me muevo.
Yo, la perseguida, que corría como loca,
Me quedo quieta, quieta y detengo al sol!








MAY SARTON (BÉLGICA, 1912-1995)

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