El origen de la persona vírica puede ser variado: el mal genio, la
envidia, la falta de consideración, el egoísmo, la estupidez o la falta
de tacto. Lo importante es verse con recursos suficientes para
protegerse del contagio.
El
mundo está lleno de personas víricas de diferentes tipologías, unas
menos dañinas y otras malévolas que dejan memoria y cicatriz.
“Es extraña la ligereza con que los malvados creen que todo les saldrá bien” (Víctor Hugo)
Víricos caraduras.
Son los que siempre le pedirán favores, pero a la vez no son capaces de
estar atentos a sus necesidades. No mantienen relaciones
bidireccionales en las que entreguen tanto como reciben. Tiran de otros
sin preguntarles si están bien, si necesitan ayuda, si les viene bien
prestársela en ese momento. Son egoístas y egocéntricos, y en el momento
en el que se deja de satisfacer sus necesidades comienza la crítica y
el chantaje emocional. Con estas personas sufrirá el contagio del virus
“siento que abusan de mí”, aprovechamiento y resignación.
Víricos con mala idea.
Manténgalos bien lejos. Están resentidos con la vida, ya sea porque no
han sido capaces de gestionar la suya o porque la suerte no les ha
acompañado. Anticipan que las personas son interesadas y no esperan nada
bueno de ellas. Todo lo interpretan de forma negativa, a todo el mundo
le ven una mala intención. Viven en un constante ataque de ira, como si
el mundo les debiera algo. Con estas personas sufrirá el contagio del
virus indefensión, inseguridad, impotencia y ansiedad.
Víricos psicópatas.
Para los que no lo sepan, no hace falta ser asesino en serie para ser
un psicópata. El psicópata es aquel que inflige dolor a los demás sin
sentir la menor culpabilidad, remordimiento y sin pasarlo mal. De estos
hay muchos de guante blanco. Son los que humillan, faltan al respeto a
propósito, pegan y/o amenazan y provocan que se sienta ridículo,
menospreciado, y se cargan la autoestima. Ante ellos, salga corriendo,
porque el que lo hace una vez, repite. Si le permite que le maltrate,
usted terminará pensando que ese es el trato que merece. Con estas
personas sufrirá el contagio del virus miedo y odio. Muy difícil de
erradicar, perdura durante mucho tiempo en su memoria.
Mecanismos de defensa.
Ante el virus de pedir, el antivirus de decir no. Si usted no hace
prevalecer sus necesidades y prioridades, ellos tampoco lo harán. Una
cosa es ser solidario y otra muy distinta estar a disposición de todos y
no estar nunca para uno mismo.
No permita que nadie le falte al respeto y mucho menos le maltrate
ni psicológica ni físicamente. Como personas, todos merecemos un trato
digno. Hágase valer. Pida ayuda, póngase en su sitio, no consienta una
segunda oportunidad a quien le ha hecho daño. El que le daña no le
quiere; olvídese de justificarle por su pasado, su carácter, su
educación, el alcohol o sus problemas. Nada, absolutamente nada,
autoriza la falta de respeto y el maltrato físico y psicológico. Y esto
es válido en el ámbito familiar, laboral y entre los amigos.
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