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lunes, 5 de noviembre de 2018

Me cansé de lo mismo .


Una persona cambia por tres razones: aprendió demasiado, sufrió lo suficiente o se cansó de lo mismo.

Hay much@s luchador@s inasequibles al desaliento. Yo no soy una de ell@s. No pasa nada. Es bueno conocer tus propios límites. Haciendo balance sobre mi tarea ( autoimpuesta por mis valores y principios ) de informar con mirada crítica sobre lo que acontece o deja de acontecer en el pueblo donde nací y paso la mayor parte de mi tiempo sufriendo las consecuencias negativas que ello conlleva y también disfrutando las consecuencias positivas que también las hay....





Haciendo ese balance, me doy cuenta que ya cerré por varios motivos el blog Moranchelia que empecé a escribir allá por el año 2008 .Luego pensé que quizá  dar una segunda oportunidad no estaba mal...y creé Moranchel city con muchas ganas e ilusión y  en 2016 cerré de nuevo esa página por el mismo motivo.Y como no hay 2 tropiezos sin un tercero ( y dicen que va la vencida )  en 2015 retomé en menor medida e intensidad la labor de seguir informando sobre mi pueblo en  agua de miel. Y de nuevo,  a estas alturas, me vuelvo a hacer las mismas preguntas :

 ¿Qué necesidad tengo yo de sacar los colores a los responsables de la dejadez y abandono del pueblo? ,¿ Qué necesidad tengo yo de poner las cosas negro sobre blanco y llamar al pan, pan y al vino, vino ?, ¿En qué hora me metí en este marrón?, ¿Porqué nadie avisa de que ser alcalde o alcaldesa en un pueblo  requiere un compromiso , una responsabilidad, una seriedad , un rigor ?, ¿Cuándo tendremos en la Eatim de Moranchel un concejal de oposición normal que haga su labor y un equipo de gobierno serio , responsable  , que haga uso de la transparencia y de informar a los vecin@s con honestidad ? , ¿ Cuándo dejará de existir la Ley del embudo ?, ¿ Cuándo serán el 50% de @s  vecin@s e hij@s del pueblo personas comprometid@s , implicad@s ,colaboradores , con espíritu crítico capaces de exigir derechos y que se cumplan las normas y las leyes a cara descubierta  y  con la mayor normalidad ? ,¿Qué yo informe o deje de informar cambiará algo esta realidad ?


 Lo que ves a tu alrededor te  encamina en otra dirección y te lleva a cuestionar lo que crees y sientes. Si hablas porque hablas, si callas porque callas…  no hay  forma de acertar. Pero luego me doy cuenta de que todo está similar en pueblos y ciudades... ...y se me pasa el disgusto y las ganas de seguir informando.Y pienso que el SILENCIO es la mejor opción a estas alturas.

No quiero ser parte de ese círculo perverso. Nunca fui así y no lo seré.






Y os dejo la carta de un profesor de Universidad uruguayo se titula: Me cansé...me rindo.


Después de muchos, muchos años, hoy di clase en la universidad por última vez.


No dictaré clases allí el semestre que viene y no sé si volveré algún
día a dictar clases en una licenciatura en periodismo.
Me cansé de pelear contra los celulares, contra WhatsApp y Facebook.  Me ganaron. Me rindo. Tiro la toalla.


Me cansé de estar hablando de asuntos que a mí me apasionan ante
muchachos que no pueden despegar la vista de un teléfono que no cesa
de recibir selfies.

Claro, es cierto, no todos son así.
Pero cada vez son más.

Hasta hace tres o cuatro años la exhortación a dejar el teléfono de
lado durante 90 minutos –aunque más no fuera para no ser maleducados–
todavía tenía algún efecto. Ya no. Puede ser que sea yo, que me haya
desgastado demasiado en el combate. O que esté haciendo algo mal. Pero
hay algo cierto: muchos de estos chicos no tienen conciencia de lo
ofensivo e hiriente que es lo que hacen.

Además, cada vez es más difícil explicar cómo funciona el periodismo
ante gente que no lo consume ni le ve sentido a estar informado.

Esta semana en clase salió el tema Venezuela. Solo una estudiante en
20 pudo decir lo básico del conflicto. Lo muy básico. El resto no
tenía ni la más mínima idea. Les pregunté si sabían qué uruguayo
estaba en medio de esa tormenta. Obviamente, ninguno sabía. Les
pregunté si conocían quién es Almagro. Silencio. A las cansadas, desde
el fondo del salón, una única chica balbuceó: ¿no era el canciller?

¿Saben quién es Vargas Llosa? ¡Sí!
¿Alguno leyó alguno de sus libros? No, ninguno.





Haberkorn lamenta que los jóvenes no pueden dejar el celular, ni aun en clase (Shutterstock)

Conectar a gente tan desinformada con el periodismo es complicado. Es
como enseñar botánica a alguien que viene de un planeta donde no
existen los vegetales.

Que la incultura, el desinterés y la ajenidad no les nacieron solos.
Que les fueron matando la curiosidad y que, con cada maestra que dejó
de corregirles las faltas de ortografía, les enseñaron que todo da más
o menos lo mismo.

No quiero ser parte de ese círculo perverso.
Nunca fui así y no lo seré.

Lo que hago, siempre me gustó hacerlo bien. Lo mejor posible.
Justamente, porque creo en la excelencia, todos los años llevo a clase
grandes ejemplos del periodismo, esos que le encienden el alma incluso
a un témpano.

Este año, proyectando la película 'El Informante', sobre
dos héroes del periodismo y de la vida, vi a gente dormirse en el
salón y a otros chateando en WhatsApp o Facebook.

¡Yo la vi más de 200 veces y todavía hay escenas donde tengo que
aguantarme las lágrimas!

También les llevé la entrevista de Oriana Fallaci a Galtieri. Toda la
vida resultó. Ahora se te va una clase entera en preparar el ambiente:
primero tenés que contarles quién era Galtieri, qué fue la guerra de
las Malvinas, en qué momento histórico la corajuda periodista italiana
se sentó frente al dictador.

Les expliqué todo. Les pasé el video de la Plaza de Mayo repleta de
una multitud enloquecida vivando a Galtieri, cuando dijo: "¡Si quieren
venir, que vengan! ¡Les presentaremos batalla!".

Normalmente, a esta altura, todos los años ya había conseguido que la
mayor parte de la clase siguiera el asunto con fascinación.

Este año no. Caras absortas. Desinterés. Un pibe despatarrado mirando
su Facebook. Todo el año estuvo igual.

Llegamos a la entrevista. Leímos los fragmentos más duros e inolvidables.
Silencio.
Silencio.
Silencio.
Ellos querían que terminara la clase.
Yo también.



Hay dos tipos de silencio...los que callan porque no sienten nada y los que no dicen nada porque lo sienten todo.

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